lunes, 14 de mayo de 2012

Jamila

Cansada de estar atrapada entre lo que parecían invisibles campos de fuerza, esperó el caer de la noche para trazar el plan perfecto. El brillo de la luna, atenuado por la cortina, la ayudó a percibir la textura del hierro. Unos cuantos resbalones, y por fin logró llegar a la anhelada cima que la llevaría hacia la libertad. Equilibrio sobre cuatro milímetros en lo alto. De repente, un paso en falso; viento en la cara, una caída y dos golpes que no dolerían tanto. La adrenalina en el pecho, el corazón latiendo aún más rápido de lo habitual. Pasado apenas el susto de la caída, su instinto la llevó a correr, inspeccionando apenas el camino a transitar. El mundo se sentía enorme, pero a sus pies. Se sintió dueña de su vida, por primera vez. Pero sólo un minuto le duró la plenitud, pues la realidad le cayó encima, en forma de zarpas y de final. Del mismo pardo color, parecería una hermana; mas mil veces era su tamaño, y un puñado de instantes le bastó. Durmiendo el resto de los vivos, nadie escuchó los ruidos. Y el mundo ignoró cómo en ese oscuro pasillo una vida pequeña y pura se extinguía, sin más.

A Jamila Jalea Milanesa (18/12/11 - 12/05/12)